Y aquí va nuestra tercera ruta
por el Pirineo Aragonés. La noche de antes, ya en los sacos con el portátil
miramos la lista de rutas y nos decantamos por esta, el ibón de Plan, pero con
una ligera variación, que es unirla con otra de las rutas, concretamente la que
empieza en Lafortunada y pasando por Saravillo va por un GR hasta Badaín. De
este modo la ruta se convierte en un 8.
Como queremos empezar con toda la
subida y no dejarla para el final, dejamos el coche en Lafortunada, de modo que
si en la unión de las dos rutas en 8 nos arrepentimos, tendríamos que volver
por carretera todo lo que subamos primero, pero sin problema.
Para variar, nos levantamos con
calma, suena el despertador a las 9, y nos levantamos a las 9:20. Empezamos a
desperezarnos y a prepararnos como si el tiempo no corriera. Salimos del
camping a las 11 y poco y llegamos a Lafortunada a una hora imprudente.
Conclusión, estamos saliendo aproximadamente a las 12 del medio día para una
ruta que si aguantamos la opción extra es de 48km.
Salimos de Lafortunada por
carretera rumbo Salinas. Vamos a una buena cadencia, ritmo y velocidad, parece
el tour. Llegamos al desvio a Salinas, paramos para estirar un poco y seguimos.
La carretera ahora es menos frecuentada por vehículos, y la pendiente menos
dura aparentemente. Tiene zonas que nos permite descansar, pero aquí ya empiezo
a reservar fuerzas, mientras que Gisbert va sobrado, para no morir antes de
acabar la ruta.
En poco tiempo nos plantamos en
el desvio que sube a Saravillo, por una carretera ya sí que sí, de pueblo total
estrechita. Gisbert tira más que yo que voy reservando, y voy a mi ritmo.
Adelante, nos reagrupamos, pues le encuentro hablando con un lugareño sobre la
ruta que pretendemos hacer.
Pasamos juntos el pueblo y
seguimos por la pista forestal que sube ya al ibón, indicado. La subida por
carretera se nos ha hecho bastante rápida, yo estoy muy contento de haber
subido tan bien, y seguir con fuerzas.
Mientras empezamos a subir la
pista forestal con piedra suelta, que dificulta el avance, el calor aprieta,
pero no es sofocante.
A pesar de ir reservando y
notando que aun hay fuerzas, no todo depende de nuestras tácticas, sino de
nuestro cuerpo. Empiezo a notar un dolor o molestia en la rodilla derecha a
cada pedalada con fuerza que doy. No me preocupa mucho, pero si me tiene en
alerta, ya que el día de antes me notaba esa molestia en las escaleras del
camping. Sin embargo, en toda la subida por carretera no he tenido ninguna
molestia…
Gisbert siempre por delante de
mí, avanzo a un ritmo lento luchando y analizando mi rodilla, el tipo de dolor,
su profundidad y lo más importante, en que posición me duele más y en cual
menos. ¿Por qué? Porque no me voy a rendir, y al Ibón tengo que llegar si o si.
Un poco adelante, paramos para
tomar algo y mirar mi rodilla. Le echamos réflex a ver si funciona, y nos
comemos una barrita y un plátano a medias. Me comería ahora mismo todo lo que
llevamos encima, ¡que hambre!
Antes de reanudar la marcha vemos
que llevamos 1/3 de la subida hasta el ibón, y llevamos ya un rato largo
subiendo. Tiene pinta de ser larga y dura la subida. Volvemos igual que al
comienzo, Gisbert se adelanta y yo me quedo atrás luchando psicológicamente
mayormente contra mi dolor de rodilla, y mi escaso avance. Descubro que mi
rodilla se ríe del réflex, que me duele cuando pedaleo con el cuerpo erguido, y
si me inclino en una posición racing de rally amaina el dolor en la rodilla,
agudizando el del culo, que ya venía doliendo desde hace un par de días, además
de cansarme más, pues es una posición, como he dicho, de competición para
pedalear y tirar con más fuerza.
Estoy en una encrucijada. Si
pedaleo erguido me mata la rodilla y no puedo pedalear casi, y si me inclino,
agoto mis fuerzas y encima me destrozo el culo. De aquí mi gran lucha
psicológica por avanzar metro a metro, curva tras curva hasta llegar al ibón.
Paré un par de veces por ser imposible el avance y ya que ni la psicología me
mantenía encima. Gisbert, al principio, se retrasó un poco para ver que tal me
iba, pero en cuanto reanudó, no pudo evitar seguir más rápido que yo, por eso
que está más fuerte. Ya no le volví a ver hasta el final.
La subida me parecía
interminable, imposible de subir así. La frustración era grandísima. Notaba que
tenía fuerzas, y encima mental, pero la rodilla no me dejaba canalizarlas para
llegar hasta arriba rápido. Iba mermando a cada pedalada que daba, y cada curva
me parecía ya un reto. La pista no paraba de hacer giros y giros sin llegar al
final.
Con todo tipo de triquiñuelas
psicológicas, físicas y mentales, cojo fuerzas para el último empujón, y me
decanto por zumbar sin parar los últimos cientos de metros. Veo que Gisbert
baja, lo que imagino que el final no está lejos, y a la que nos cruzamos, me ve
con una cara demasiado expresiva, tanto que no se si se imaginó que estaba
cabreado con él, porque lo pensé más tarde, pero mi cara era de esfuerzo, de contención y de frustración,
pues iba tirando más fuerte de lo que podía. Tenía que llegar. Casi ni le hablé,
solo me preguntó que tal iba mi rodilla y mi contestación fue rápida: mal.
Tras unos minutos llego al
refugio, lo he conseguido, la pista se ha acabado (Hay mucho coche, así no
tiene mérito).
Busco sin parar la continuación
para ir al ibón, un sendero sube baja técnico. Lo tomo directo sin pensar, de
bajada. Gisbert se preocupa y me pregunta que si es de rodilleras, y tiene
pinta de que si, pero estoy tan cabreado que ni lo pienso y me tiro, además,
seguro que es cortito.
Bajo, es corto, si, pero entraña peligro,
mucha piedra y suelta. Le espero abajo. Al final baja con cuidado porque hay
mucha gente.
Nos reunimos y avanzamos juntos,
ahora si que si, por la senda hacia el ibón. Voy notando el dolor de la
rodilla, no desaparece, y me asusta para la vuelta, a ver si no voy a poder
hacer la bajada.
Tras un rato más largo del
esperado llegamos al Ibón de Plan. Sorpresa. Está medio seco siendo el paisaje
más feo que bonito, y llegando a saber como estaba ni iba a verlo. Ya por fin,
merecido descanso y comida. Nos tumbamos, tomamos el sándwich, barrita,
plátano, frutos secos y chuches.
Vuelta atrás por el mismo
sendero, esta vez se hace más corto. Llegamos al refugio, y empezamos por el GR
a probar a ver que tal va mi rodilla en bajada. Y pruebo por que no me imagino
bajar por pista después de haber subido todo esto.
Resulta que en bajada la rodilla
no es muy molesta, a lo mejor en algún tramo de repecho, pero sólo al pedalear.
Entonces nos ponemos a bajar a toda prisa por el sendero. Me parece un buen
sendero, muy muy divertido, con pasos técnicos, pasos rápidos, minisaltos…
Cuando cruzamos con la pista,
lugar para ver si voy por ella o seguimos por el GR hasta el final, decido
bajar por el GR a muerte.
Gisbert va delante abriendo
camino. Parece que cuando va delante se le da mejor. Así que prefiero que se le
de mejor y yo tenga que coger un poco el freno, a dejarle por detrás
frustrándose.
De este modo nos ponemos a bajar
como nunca hemos hecho, rápidos y veloces entre los árboles y las piedras, a
nuestro paso, todo el camino y la tierra retumba. Vamos juntos, muy pegados, a
veces nos dividimos en zonas en las que parece que hay alternativas, siempre
viéndonos. Cuando uno se atasca el otro le pasa, así constantemente.
En cuanto digo que me parece una
trialera espectacular, una piedra tropieza contra la bici de Gisbert y le hace
perder casi todos los tornillos de sujeción del plato mediano y guardaplatos.
Los quita y continuamos, a pesar
de su cabreo. Lo curioso de esto, es que ahora va no menos despacio y más encendido
que antes, llegando incluso a hacer varios pasos técnicos super complicados que
ni él se lo imagina. Comentamos la jugada y seguimos. Cada vez con más cuidado
pues estamos llegando al pueblo y puede haber gente.
Al final, similar a los videos
que venimos viendo en internet, terminamos una bajada brutal en un pueblo con
encanto en medio de las montañas, Saravillo, donde comenzó la subida pistera.
Llamamos a la tienda de deportes
de Aínsa para ver si están abiertos, y al final por mi rodilla y la falta de
tiempo, dejamos la segunda parte, y volvemos por carretera todo lo que subimos
al principio. Un poco más lentos, ya que Gisbert va sólo con el plato pequeño.
Son las 6.
Llegamos a Ainsa a las 7. Ángel,
el del taller de bicis nos da unos tornillos para el plato, mira mi
HammerSmidth y no se atreve a meterle mano, sobre todo viendo que lo tengo bien
apañado con cinta americana…y funciona bastante bien.
Ya son las 8 pasadas, decidimos
comer-cenar en una hora un poco rara, porque estamos muertos de hambre y nos
queda mucho camino hasta el camping. Dejamos sólo la ducha para cuando
lleguemos, y acostarnos.
En esta ruta no disponemos de IBP pues perdimos satélite al cruzar el túnel de la carretera y se desorientó el GPS dándonos datos irreales. Además, el GPS no lo pusimos a grabar desde el principio(por la pérdida de señal al cruzar el túnel a la ida).
Aproximadamente, unas 7 horas de ruta y unos 50km, probablemente unos 1900m de desnivel.
By Puro.
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