¡Ahora nos vamos para Francia!
Sin mucho madrugón, salimos para la frontera, un túnel de unos 3 kilómetros de
longitud donde se sitúa la separación de los dos países, que debido a unas
obras dispone de un semáforo de larga duración que alterna los sentidos y nos
toca esperar un buen rato.
Al llegar al otro lado vemos la
enorme cola de franceses que quieren venirse a España...Mientras, bajamos sus
carreteras mirando como las nubes se comen esta parte norte de los Pirineos.
El camino se hace largo, sobre
todo por ser carreteras desconocidas, con una señalización, en nuestra opinión
un poco confusa, comparado con la española, aunque hemos tenido poco tiempo
para corroborarlo. Lo que si es cierto es que desde que cruzamos la frontera el
paisaje ha cambiado completamente. Ahora es todo más exuberante y frondoso, el
verde inunda nuestros ojos, y la humedad le da un toque misterioso.
Tras un camino de un poco menos
de dos horas, llegamos a Hospice de France, punto de salida y llegada de la
ruta al Puerto de Benasque. El lugar tiene una pinta impresionante, como si de
un parque natural se tratase, que creo que lo es, pero no estoy seguro.
Aparcamos el coche en el punto de salida, donde se observa que hay nubes bastante
arriba cubriendo los picos, pero con buena presencia a nuestra altura. ¡Ni nos
imaginamos la que nos espera!
Salimos por la pista que sale al
fondo del aparcamiento cuesta abajo descendiendo decenas de metros para después
subirlos a lo largo de una pista forestal de gravilla negra interminable. A los
pocos minutos hago la parada de rigor para hacer unos pocos estiramientos tras
un pequeño calentamiento, en lo que Gisbert continúa para encontrarnos más
adelante. Del mismo modo, las nubes bajan, o nosotros nos acercamos a ellas
lentamente.
Nos reunimos en una bifurcación y
continuamos juntos la odisea. Cada segundo, nos acercamos a las nubes, y nos lo
muestra, además de la obvia niebla, con ligera lluvia, que empezó siendo goteo.
Se fueron mezclando intermitentemente las diferentes intensidades de lluvia
durante todo el trayecto, desde un “calabobos” sin importancia, hasta lluvia
hecha y derecha. Gracias a Dios, no llevó a llover con intensidad. Sin embargo,
si corría el aire por allí arriba e intensificaba la sensación de frio. Porque
siempre que este paraba, la temperatura no era desagradable del todo. El otro
inconveniente era tener la ropa calada, que aumentaba esa sensación de frio.
Como decía, continuábamos juntos
para arriba. Cada poco tiempo cambiaba las condiciones del terreno pasando por
la desintegración de la pista hasta llegar a los senderos de cabras de alta
montaña formado por el paso reiterado y constante de ganado.
Hubo que cruzar un par de
alambradas, típicas de estas zonas de pastos y ganado para que este no se
escape. Pues llegados a una de ellas, me acerqué demasiado a un alambre único
llevándome un calambrazo bastante potente que me dio un subidón, por muy raro
que parezca. Y lo peor de esto es que soy consciente que muchas verjas de
montaña están ligeramente electrificadas para el ganado, que en un viaje
anterior por Pirineos me llevé otro calambre con otra, y que en esta ruta,
metros atrás vi un cartel previniendo de ello. Creo que no era mi intención
tocarlo, pero se me fue la cabeza acercándome demasiado.
La vista era limitada pero nos
daba pie a imaginar la grandiosidad del lugar. Cada segundo pensábamos en la
mala suerte que habíamos tenido por tener ese mal tiempo en pleno Julio. Pero
en ese momento ya sólo podíamos pensar en cómo salir de donde nos estábamos
metiendo.
Inconscientemente avanzamos
siguiendo el track, montados o caminando, con la bici al hombro o sobre la
bici, pero avanzando. Hubo un punto en el que ya quedó patente la decisión de
ir caminando mejor por las condiciones del terreno y el tiempo.
Se nos hizo como una excursión de
campamento arrastrando la bici con unas condiciones tan desfavorables que lo
único que hablábamos eran tonterías y pamplinas que nos amenizasen el mal rato
que estábamos pasando confiados de llegar a un punto de inflexión en nuestra
ruta que la hiciera merecer la pena. Pero no ocurrió.
Tras un largo rato caminando por
estos senderos llegó el momento de poder montarse, aunque sea unos metros, en
la bici para continuar. A esto, que le comentaba a mi compañero que oía voces
de algunas personas. Él sin creerme continuaba caminando a mi lado mientras yo
me adelantaba un poco al ir montado. Tras el cambio de rasante mis escuchas
fueron ciertas. Llegamos a un punto donde había una señal de caminos o una
especie de vértice geodésico sin que llegase a serlo, donde se encontraba una
figura humana a su lado. Está claro que no se distinguía bien por su buena
cobertura ante las condiciones climatológicas, no como nosotros, que íbamos con
pantalón y manga corta, propio del mes de Julio (cierto es que en la montaña
esto no vale). Ese punto de inflexión esperado se convirtió en este instante un
punto de retorno.
Cruzamos cuatro palabras
graciosas con el hombre, sin importar el idioma, por las circunstancias cuando
retomó su marcha tras sus dos compañeros que habían continuado por lo que
parecía un sendero alternativo, la ruta 23, al que veníamos haciendo sin
nombre, pero siguiendo el GPS.
Llegados a este punto, parados
ante este hito, con el viento azotando por la orografía, tuvimos que hacer un
pequeño análisis de la situación. Para empezar, decidimos ponernos los
chubasqueros y cambiarnos la poca ropa que podíamos cambiarnos, pues nuestras
camisetas de manga corta estaban empapadas. En mi caso, tenía un mallot de
manga larga, con la mala suerte de haberlo llevado en toda la ascensión atado
en una correa fuera de la mochila, por lo que era casi seguro que estuviera
empapado. Pero no era el caso, estaba en mejores condiciones que la que llevaba
puesta, así que hice el cambio y me puse el chubasquero que se encontraba en el
fondo de la mochila. Necesité ayuda de Gisbert, pues el mallot estaba super
pegado del agua, y con el frio que tenía se me hacía difícil quitármelo. Tras
el cambio mi cuerpo y mente se restauró. Sin embargo Gisbert solo disponía del
chubasquero, por lo que no pudo hacer mucho cambio.
Ahora tocó analizar las posibles
condiciones climatológicas del resto de la ruta. Vimos que estábamos como a
2100m y ojeando el track y el mapa base del GPS vimos que teníamos que ir
bordeando un pico hasta llegar a una altura de casi 2400m. En el punto en el
que nos encontrábamos se veía por donde teníamos que ascender. Echamos un
vistazo, y al ver como desaparecía la montaña es cuando vimos que hasta aquí
habíamos llegado.
Normalmente soy muy burro en
situaciones parecidas, pero tal eran las adversidades que hasta yo mismo vi
necesaria la retirada. Y ya no solo por mí, sino por mi compañero. Nunca él se
había encontrado en una situación parecida y no quería meterme en problemas
llevando forzadamente a alguien a una situación complicada.
Vimos que el sendero por el que
iban los caminantes estaba marcado en mi GPS, en el mapa base, y entendí que si
íbamos por el seguramente sería más rápido que volver por donde vinimos, y en
un punto dado estaríamos como a 100 m de distancia de la pista que tomamos para
subir, pudiendo atajar aunque fuera a pie con la bici al hombro. Así que
tomamos el sendero de la ruta 23 tras los senderistas.
Gisbert conociendo mi estado
físico aparentemente bueno en este momento y mis ganas por pillar un buen
sendero ciclable y, a ser posible, de bajada me pidió que, por favor, no me
alejara de él, por si acaso, pues él iba con mucho frio y no muy confiado con
la bici, el terreno y su respuesta física.
Así entonces fui disfrutando poco
a poco, aprovechando las paradas de regrupamiento para hacerle algunas fotos o
vídeos, mientras avanzábamos. Tras un buen rato, vimos a los senderistas.
Habían avanzado mucho, la verdad, iban rápido. Eso, o que nos habíamos detenido
más de lo previsto, que es probable.
Llegados a ellos, cruzamos ahora
más palabras que antes. Al principio con torpeza por el idioma, pero en seguida
entendimos que alguno de ellos era español. Hablamos de la climatología, de las
rutas y de las alternativas. Y partimos con éxtasis por el sendero que
rodábamos. Aunque la ruta hubiera sido fallida, no pudiéramos hacer la gran
bajada del Puerto de Benasque, encima tuviéramos que volver por la pista, etc,
etc, etc ….por lo menos estábamos haciendo un sendero muy muy divertido de
bajada que me ayudaba a pensar que mejor eso que nada.
Llegamos al punto de pateo, muy
ligero, la verdad, y volvimos a la ya conocida pista que usamos para subir.
Nuestro análisis de la situación y estudio del cambio de plan salió muy bien.
Habíamos llegado a la pista y ya el calor recorría nuestro cuerpo. Aunque
fallido, habíamos salido de un posible problema gordo.
No toda la diversión se había
acabado. La bajada por pista fue ante todo pronóstico divertida. Se convirtió
en una especia de pique los dos juntos bajando sin pedalear metiéndonos, más yo
que Gisbert, por todos los charcos habidos y por haber trazando curvas y
saltando piedras.
La bajada fue un auténtico pique
de adrenalina a alta velocidad trazando las curvas lo más rápido posible
cogiendo el freno lo mínimo posible y haciéndonos adelantamientos propiciados
por las trazadas, las frenadas de miedo…
Una vez abajo, tocaba remontar
los pocos metros que hicimos al principio. Aquí me llevo un susto enorme porque
Gisbert no aparecía. Cuando volví a por él estaba con una pareja francesa que
se hallaba, aparte de empapada, perdida, y con mapa en mano, le preguntaban
dónde estábamos. Cuando llegué, les pude indicar dónde nos encontrábamos y
donde tenían que ir para llegar a Hospice de France que es donde querían ir.
Carlos no conseguía situarse. De algo sirve el llevar GPS, y mirar los planos
muchas veces antes de ir al lugar. Aunque en verdad los miro mucho menos de lo
que debería. ¡Aquí queda patente quien es el guía y quien el guiado, jejeje!
Bueno, remontamos juntos hasta el
aparcamiento, y como si de una peli se tratase, hemos rebobinado hasta el
principio.
Hacemos malabares para recoger,
pues llueve y tenemos todo empapado. Queremos manchar lo mínimo posible el
coche. El maletero se convierte en un estercolero. Y tras este chasco, volvemos
para España.
Datos de la Ruta:
Distancia 19km
Altura máxima 2126m
Altura mínima 1303m
Ascensión acumulada 970m
Tiempo total 3h20'
Tiempo en movimiento 2h50'
Tiempo parado 0h30'
IBP y perfil.
Distancia 19km
Altura máxima 2126m
Altura mínima 1303m
Ascensión acumulada 970m
Tiempo total 3h20'
Tiempo en movimiento 2h50'
Tiempo parado 0h30'
IBP y perfil.
By Puro.
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