martes, 9 de agosto de 2011

Pirineos: Ruta5_Puerto de Benasque Fallido 26/07/2011


¡Ahora nos vamos para Francia! Sin mucho madrugón, salimos para la frontera, un túnel de unos 3 kilómetros de longitud donde se sitúa la separación de los dos países, que debido a unas obras dispone de un semáforo de larga duración que alterna los sentidos y nos toca esperar un buen rato.

Al llegar al otro lado vemos la enorme cola de franceses que quieren venirse a España...Mientras, bajamos sus carreteras mirando como las nubes se comen esta parte norte de los Pirineos.

El camino se hace largo, sobre todo por ser carreteras desconocidas, con una señalización, en nuestra opinión un poco confusa, comparado con la española, aunque hemos tenido poco tiempo para corroborarlo. Lo que si es cierto es que desde que cruzamos la frontera el paisaje ha cambiado completamente. Ahora es todo más exuberante y frondoso, el verde inunda nuestros ojos, y la humedad le da un toque misterioso.

Tras un camino de un poco menos de dos horas, llegamos a Hospice de France, punto de salida y llegada de la ruta al Puerto de Benasque. El lugar tiene una pinta impresionante, como si de un parque natural se tratase, que creo que lo es, pero no estoy seguro. Aparcamos el coche en el punto de salida, donde se observa que hay nubes bastante arriba cubriendo los picos, pero con buena presencia a nuestra altura. ¡Ni nos imaginamos la que nos espera!

Salimos por la pista que sale al fondo del aparcamiento cuesta abajo descendiendo decenas de metros para después subirlos a lo largo de una pista forestal de gravilla negra interminable. A los pocos minutos hago la parada de rigor para hacer unos pocos estiramientos tras un pequeño calentamiento, en lo que Gisbert continúa para encontrarnos más adelante. Del mismo modo, las nubes bajan, o nosotros nos acercamos a ellas lentamente.

Nos reunimos en una bifurcación y continuamos juntos la odisea. Cada segundo, nos acercamos a las nubes, y nos lo muestra, además de la obvia niebla, con ligera lluvia, que empezó siendo goteo. Se fueron mezclando intermitentemente las diferentes intensidades de lluvia durante todo el trayecto, desde un “calabobos” sin importancia, hasta lluvia hecha y derecha. Gracias a Dios, no llevó a llover con intensidad. Sin embargo, si corría el aire por allí arriba e intensificaba la sensación de frio. Porque siempre que este paraba, la temperatura no era desagradable del todo. El otro inconveniente era tener la ropa calada, que aumentaba esa sensación de frio.

Como decía, continuábamos juntos para arriba. Cada poco tiempo cambiaba las condiciones del terreno pasando por la desintegración de la pista hasta llegar a los senderos de cabras de alta montaña formado por el paso reiterado y constante de ganado.

Hubo que cruzar un par de alambradas, típicas de estas zonas de pastos y ganado para que este no se escape. Pues llegados a una de ellas, me acerqué demasiado a un alambre único llevándome un calambrazo bastante potente que me dio un subidón, por muy raro que parezca. Y lo peor de esto es que soy consciente que muchas verjas de montaña están ligeramente electrificadas para el ganado, que en un viaje anterior por Pirineos me llevé otro calambre con otra, y que en esta ruta, metros atrás vi un cartel previniendo de ello. Creo que no era mi intención tocarlo, pero se me fue la cabeza acercándome demasiado.

La vista era limitada pero nos daba pie a imaginar la grandiosidad del lugar. Cada segundo pensábamos en la mala suerte que habíamos tenido por tener ese mal tiempo en pleno Julio. Pero en ese momento ya sólo podíamos pensar en cómo salir de donde nos estábamos metiendo. 

Inconscientemente avanzamos siguiendo el track, montados o caminando, con la bici al hombro o sobre la bici, pero avanzando. Hubo un punto en el que ya quedó patente la decisión de ir caminando mejor por las condiciones del terreno y el tiempo.

Se nos hizo como una excursión de campamento arrastrando la bici con unas condiciones tan desfavorables que lo único que hablábamos eran tonterías y pamplinas que nos amenizasen el mal rato que estábamos pasando confiados de llegar a un punto de inflexión en nuestra ruta que la hiciera merecer la pena. Pero no ocurrió.

Tras un largo rato caminando por estos senderos llegó el momento de poder montarse, aunque sea unos metros, en la bici para continuar. A esto, que le comentaba a mi compañero que oía voces de algunas personas. Él sin creerme continuaba caminando a mi lado mientras yo me adelantaba un poco al ir montado. Tras el cambio de rasante mis escuchas fueron ciertas. Llegamos a un punto donde había una señal de caminos o una especie de vértice geodésico sin que llegase a serlo, donde se encontraba una figura humana a su lado. Está claro que no se distinguía bien por su buena cobertura ante las condiciones climatológicas, no como nosotros, que íbamos con pantalón y manga corta, propio del mes de Julio (cierto es que en la montaña esto no vale). Ese punto de inflexión esperado se convirtió en este instante un punto de retorno.

Cruzamos cuatro palabras graciosas con el hombre, sin importar el idioma, por las circunstancias cuando retomó su marcha tras sus dos compañeros que habían continuado por lo que parecía un sendero alternativo, la ruta 23, al que veníamos haciendo sin nombre, pero siguiendo el GPS.

Llegados a este punto, parados ante este hito, con el viento azotando por la orografía, tuvimos que hacer un pequeño análisis de la situación. Para empezar, decidimos ponernos los chubasqueros y cambiarnos la poca ropa que podíamos cambiarnos, pues nuestras camisetas de manga corta estaban empapadas. En mi caso, tenía un mallot de manga larga, con la mala suerte de haberlo llevado en toda la ascensión atado en una correa fuera de la mochila, por lo que era casi seguro que estuviera empapado. Pero no era el caso, estaba en mejores condiciones que la que llevaba puesta, así que hice el cambio y me puse el chubasquero que se encontraba en el fondo de la mochila. Necesité ayuda de Gisbert, pues el mallot estaba super pegado del agua, y con el frio que tenía se me hacía difícil quitármelo. Tras el cambio mi cuerpo y mente se restauró. Sin embargo Gisbert solo disponía del chubasquero, por lo que no pudo hacer mucho cambio.

Ahora tocó analizar las posibles condiciones climatológicas del resto de la ruta. Vimos que estábamos como a 2100m y ojeando el track y el mapa base del GPS vimos que teníamos que ir bordeando un pico hasta llegar a una altura de casi 2400m. En el punto en el que nos encontrábamos se veía por donde teníamos que ascender. Echamos un vistazo, y al ver como desaparecía la montaña es cuando vimos que hasta aquí habíamos llegado.

Normalmente soy muy burro en situaciones parecidas, pero tal eran las adversidades que hasta yo mismo vi necesaria la retirada. Y ya no solo por mí, sino por mi compañero. Nunca él se había encontrado en una situación parecida y no quería meterme en problemas llevando forzadamente a alguien a una situación complicada.

Vimos que el sendero por el que iban los caminantes estaba marcado en mi GPS, en el mapa base, y entendí que si íbamos por el seguramente sería más rápido que volver por donde vinimos, y en un punto dado estaríamos como a 100 m de distancia de la pista que tomamos para subir, pudiendo atajar aunque fuera a pie con la bici al hombro. Así que tomamos el sendero de la ruta 23 tras los senderistas.

Gisbert conociendo mi estado físico aparentemente bueno en este momento y mis ganas por pillar un buen sendero ciclable y, a ser posible, de bajada me pidió que, por favor, no me alejara de él, por si acaso, pues él iba con mucho frio y no muy confiado con la bici, el terreno y su respuesta física.

Así entonces fui disfrutando poco a poco, aprovechando las paradas de regrupamiento para hacerle algunas fotos o vídeos, mientras avanzábamos. Tras un buen rato, vimos a los senderistas. Habían avanzado mucho, la verdad, iban rápido. Eso, o que nos habíamos detenido más de lo previsto, que es probable.

Llegados a ellos, cruzamos ahora más palabras que antes. Al principio con torpeza por el idioma, pero en seguida entendimos que alguno de ellos era español. Hablamos de la climatología, de las rutas y de las alternativas. Y partimos con éxtasis por el sendero que rodábamos. Aunque la ruta hubiera sido fallida, no pudiéramos hacer la gran bajada del Puerto de Benasque, encima tuviéramos que volver por la pista, etc, etc, etc ….por lo menos estábamos haciendo un sendero muy muy divertido de bajada que me ayudaba a pensar que mejor eso que nada.

Llegamos al punto de pateo, muy ligero, la verdad, y volvimos a la ya conocida pista que usamos para subir. Nuestro análisis de la situación y estudio del cambio de plan salió muy bien. Habíamos llegado a la pista y ya el calor recorría nuestro cuerpo. Aunque fallido, habíamos salido de un posible problema gordo.

No toda la diversión se había acabado. La bajada por pista fue ante todo pronóstico divertida. Se convirtió en una especia de pique los dos juntos bajando sin pedalear metiéndonos, más yo que Gisbert, por todos los charcos habidos y por haber trazando curvas y saltando piedras.

La bajada fue un auténtico pique de adrenalina a alta velocidad trazando las curvas lo más rápido posible cogiendo el freno lo mínimo posible y haciéndonos adelantamientos propiciados por las trazadas, las frenadas de miedo…

Una vez abajo, tocaba remontar los pocos metros que hicimos al principio. Aquí me llevo un susto enorme porque Gisbert no aparecía. Cuando volví a por él estaba con una pareja francesa que se hallaba, aparte de empapada, perdida, y con mapa en mano, le preguntaban dónde estábamos. Cuando llegué, les pude indicar dónde nos encontrábamos y donde tenían que ir para llegar a Hospice de France que es donde querían ir. Carlos no conseguía situarse. De algo sirve el llevar GPS, y mirar los planos muchas veces antes de ir al lugar. Aunque en verdad los miro mucho menos de lo que debería. ¡Aquí queda patente quien es el guía y quien el guiado, jejeje!

Bueno, remontamos juntos hasta el aparcamiento, y como si de una peli se tratase, hemos rebobinado hasta el principio.

Hacemos malabares para recoger, pues llueve y tenemos todo empapado. Queremos manchar lo mínimo posible el coche. El maletero se convierte en un estercolero. Y tras este chasco, volvemos para España.

Datos de la Ruta:

Distancia                      19km
Altura máxima              2126m
Altura mínima               1303m
Ascensión acumulada   970m
Tiempo total                 3h20'
Tiempo en movimiento  2h50'
Tiempo parado             0h30'

IBP y perfil.

By Puro.

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